sábado, 26 de febrero de 2011

LA PESCADILLA QUE SE MUERDE LA BOCA

Creo que fue en 5º de EGB más o menos. Yo debía tener unos 11 años.

Durante aquel curso me solía sentar en la última fila, al lado de un chico con el que me llevaba muy bien. Se llamaba Diego.

Un día, a mitad clase, le llamé para contarle una cosa y al girarse me di cuenta de que le sangraba un agujero de la nariz.

Me asusté mucho, así que pensé en avisar rápidamente a la profesora.

"Ni se te ocurra" me dijo.

A continuación sacó un pañuelo de tela del bolsillo de su pantalón y comenzó a limpiarse.

Yo seguía asustado, así que no le hice caso y levanté la mano para alertar a la profesora.

Conforme estaba levantando el brazo, Diego me pegó un puñetazo en el costado que además de hacerme bajarlo de inmediato, me provocó una especie de gruñido que se escuchó en toda la clase.

Me sentía muy aturdido. No lograba entender por qué no quería recibir ayuda si era evidente que la necesitaba...

...todavía era demasiado inmaduro para comprender que valía más la pena sufrir aquello en privado que afrontar la humillación de reconocer que previamente se había estado metiendo el dedo en la nariz.

A los pocos segundos apareció la profesora a mi lado para comprobar qué me ocurría.

"No pasa nada", le dije (por si acaso).



lunes, 14 de febrero de 2011

LO URGENTE VS LO IMPORTANTE

Durante las vacaciones de verano de 1989, cuando tenía 10 años, pasó algo que se quedó grabado en mi memoria y sobre lo que no reflexioné hasta muchos años después:

Era un mediodía de Agosto. Yo estaba jugando a tirarme desde lo alto de un árbol que había al lado de mi campo. Ya hacía rato que me estaba meando, pero aguanté hasta que no pude más.

Cuando llegué al aseo abrí la puerta de un empujón y me planté frente al váter; me bajé el bañador hasta la altura de las rodillas, apunté y empecé a expulsar el chorro. 

Al poco de empezar noté una presencia extraña a mis espaldas. Era mi primo pequeño que había entrado detrás de mí y se había sentado en un taburete frente al váter. Estaba observando como meaba su primo favorito.

Cuando me di cuenta empecé a gritarle para que saliera inmediatamente. Era intolerable que estuviera allí mirándome mientras hacía algo tan íntimo. Resultaba humillante.

Mi madre, al escuchar los gritos, acudió y me dijo que no pasaba nada. Si mi primo quería estar conmigo no tenía por qué echarlo. Solamente estaba meando, no era para tanto.

“Todo el mundo hace pipi y no tienes por qué avergonzarte” me dijo.

En ese momento me sentí aturdido. Mi madre tenía razón. 

A los pocos días, jugando de nuevo por los alrededores del campo, me entraron unas ganas terribles de hacer caca. Entonces fui corriendo a buscar a mi primo, lo cogí del brazo y lo llevé conmigo al aseo. Lo senté en el taburete en el que se había sentado la vez anterior, me bajé el bañador hasta los tobillos, me senté en la taza frente a él y empecé a hacer fuerza.

Al momento apareció mi madre escandalizada, gritándome que cómo se me había ocurrido meter a mi primo mientras estaba haciendo caca. Me dijo que era un cerdo por permitir que presenciara tal cosa.

Lo sacó inmediatamente del aseo y me dejó cagando en soledad.

En ese momento me sentí aturdido de nuevo. Mi madre volvía a tener razón.

Por aquel entonces no acababa de entender nada.

Sin saberlo, estaba aprendiendo normas sociales.


Recuerdo que aquel mismo verano de 1989 no paraba de sonar en la radio una canción que también hablaba sobre el bien y el mal...




martes, 1 de febrero de 2011

ESTO NO ES UN ANUNCIO DE COCA-COLA

Hace tiempo que la empresa Coca-Cola tiene claros cuáles son los ingredientes que debe manejar en sus anuncios para provocar esa reconfortante sensación de paz con uno mismo que tanto nos gusta a los occidentales. Con esos ingredientes construyen un imaginario de armonía multicultural que, por unos segundos, nos hacen sentir tan buenas personas que hemos de ser merecedores de un premio por ello. Qué mejor que una Coca-Cola como recompensa!

Hablo de esto porque, aunque ya unos hace años que me resulta ofensiva la hipocresía de su discurso publicitario, la campaña que Coca-Cola acaba de estrenar en televisión, me parece especialmente insultante.


El anuncio en cuestión es este. Recomiendo verlo enterito y con atención:



A continuación explicaré por qué me parece que detrás de su pretendida apariencia de crítica social, hay un discurso inmovilista y conservador (lo que yo llamo "un discurso de mierda"):

Vayamos por partes...

Lo primero que nos muestran es un texto anunciándonos que lo que vamos a ver a continuación está “basado en un estudio realizado en 2010 sobre la situación actual del mundo”. Los datos que utilizan en el anuncio están sacados en un estudio publicado el pasado año por el CIS sobre “los principales problemas de la sociedad mundial”.

Diciéndonos esto intentan transmitirnos la idea de que los datos que van a aparecer a continuación son objetivos y, por tanto, exentos de posible manipulación. Ellos nos los muestran, nosotros sacamos las conclusiones.

Marcos de Quinto, el presidente de Coca-Cola España, argumenta en lavozlibre.com: "para que una campaña sea escuchada tiene que estar cerca de las preocupaciones de los ciudadanos”. Claro, no es que tenga que estar cerca, es que es la explotación y la manipulación de las preocupaciones de los ciudadanos (de forma más o menos sutil) la clave para el éxito de cualquier campaña publicitaria.

Continuemos con el contenido del anuncio…

Después del mensaje introductorio, aparece una especie de aula o salón de actos donde unos niños que representan a las diferentes etnias del mundo cantan al son de un joven y apuesto profesor que les dirige. Por supuesto, el profesor es un blanco occidental, guapo y bien peinado. Viste camisa y lleva los faldones por fuera para tener un toque “inconformista” y actual.

La canción de Oasis (“Whatever”) que los niños comienzan a cantar, y que sirve de banda sonora al resto del anuncio, empieza con la siguiente frase (traduzco): “Soy libre para ser cualquier cosa que yo escoja”. Es difícil evitar sentirnos impregnados inmediatamente por esa sensación de libertad y optimismo cuando nos lo están cantando a coro los niños que representan el futuro del mundo.

Las estrategias utilizadas hasta este momento son habituales en publicidad, pero es a partir de aquí cuando el discurso, aparentemente objetivo, se vuelve peligroso. A partir de este momento nos mostrarán una serie de comparaciones donde los datos negativos serán contrarrestados por otros positivos que acabarán convenciéndonos de que, como reza la frase que aparece al final del anuncio, “hay razones para creer en un mundo mejor”.


A ver qué nos dicen las comparaciones "objetivas" que utilizan:


Por cada tanque que se fabrica en el mundo…
…se fabrican 131 millones de peluches.

Al leer esta comparación, lo primero que me pregunto es en qué medida o de qué modo, como parece que debemos deducir, compensa la fabricación de peluches a la fabricación y utilización de tanques. También me surgen dudas como: ¿Se fabricarán los tanques en lo mismos países donde se fabrican los peluches? ¿Y se venderán también en los mismos países? Otra cosa que me planteo, es si podría darse la circunstancia de que los tanques se utilicen en los países donde se fabrican los peluches a bajo coste. No sé, son dudas que me surgen.

Por cada bolsa de valores que se desploma…
…hay 10 versiones de “What a wonderful World”.

Claro, las caídas en bolsa son inevitables, y el sistema capitalista incuestionable, así que cuantas más canciones digan “qué mundo tan maravilloso!”, más maravilloso será el mundo y más a salvo estaremos. Esto es una gran noticia, si señor. Qué otra alternativa podríamos tener?

Por cada persona corrupta…
…hay 8 mil donando sangre.

Esta parte me hace gracia, porque mientras está saliendo la primera frase, aparece un dibujo animado de un ejecutivo al que le explota la cabeza llena de billetes. Por supuesto, Coca-Cola se caracteriza por ser una entidad sin ánimo de lucro. Efectivamente, no dudo que haya más personas solidarias que corruptas, la lástima es saber cómo son las que tienen el poder; Coca-Cola nos pide que nos conformemos con lo que tenemos, claro.

Por cada muro que existe…
…se ponen 200 mil tapetes de “bienvenido”.

Uno ve los datos así expuestos y piensa: 200 mil tapetes por cada muro? La proporción no está nada mal, no? La pena es que los tapetes sean individuales y los muros afecten a ciudades o países enteros.
Por otra parte, no son tapetes, sino alfombrillas (a lo mejor los de Coca-Cola utilizan las alfombrillas como tapete).

Mientras un científico diseña un arma nueva…
…hay 1 millón de mamás haciendo pasteles de chocolate.

Uf, aquí lo han tenido difícil. Para compensar el diseño de un arma, han tenido que buscar una contraparte mucho mas alta: 1 millón de pasteles de chocolate nada más y nada menos. Me quedo mucho más tranquilo. Que sigan diseñando armas nuevas si quieren.

En el mundo se imprime más dinero de monopoly que dólares.

Esto es genial, porque el dinero de monopoly hay que comprarlo con dólares de verdad, y si se venden muchos monopolys, eso implica gastar muchos dólares de verdad, y eso es bueno para la economía, y eso es bueno para todos.

Hay más vídeos divertidos en Internet…
…que malas noticias en todo el mundo.

Dos observaciones solamente:
1.- Lo que es divertido para uno no tiene que serlo necesariamente para otro.
2.- Las cosas malas que son noticia, no son, ni mucho menos, todas las cosas malas que ocurren en el mundo.

Amor tiene más resultados (en Google) que miedo.

Bieeeeeeeeeeen!

Por cada persona que dice que todo va a estar peor…
…hay 100 parejas buscando un hijo.

Esta comparación me fastidia especialmente, ya que parece deslegitimar a quien denuncia y advierte de las posibles consecuencias de la situación actual. Lo vería diferente si dijera “Por cada cosa que va a peor…hay 100 parejas buscando un hijo”. Esto sí me parecería un ejemplo de optimismo, porque se daría por hecho que las cosas están yendo a peor y hay gente que aun así tiene esperanza. Pero no, las cosas no van a peor, solo hay gente que lo dice.

Por cada arma que se vende en el mundo…
…20.000 personas comparten una Coca-Cola.

Grande! Mientras la gente comparta Coca-Colas (utilizan “compartir” como eufemismo de “comprar”) por qué habríamos de preocuparnos por la venta de armas? Coca-Cola como sinónimo de solidaridad. La solidaridad como oposición a las guerras. Coca-Cola como oposición a las guerras. Muy hábil. Lástima que compartir una Coca-Cola no sea impedimento para estar, mientras, disparando desde un tanque.

Después de esta desinteresada denuncia social, aparece una frase a modo de conclusión para expresar lo que el inteligente espectador ya ha deducido por su cuenta…

HAY RAZONES PARA CREER EN UN MUNDO MEJOR...

...Aunque ninguna de estas razones incluye, por supuesto, cambiar nada de lo que hay.

Al final, invadidos por el optimismo, los niños del mundo nos aplauden por haber sido capaces de sacar la conclusión de que pese a todas las cosas malas que ocurren "por casualidad" en el mundo, hay muchísimas más cosas buenas que las compensan.

Lo importante no es que las cosas vayan a mejor.
Lo importante es tener la sensación de que las cosas van a mejor.
Y sobre todo, tener la sensación de que nosotros no tenemos la culpa de nada.




Ahora me apetece ver el anuncio de nuevo...
http://www.youtube.com/watch?v=BEhd2S5GbUg