jueves, 17 de marzo de 2011

NOS CONSTRUIMOS REMEMORANDO

Intenta recordar tu vida durante unos instantes: piensa en lo que te ha pasado desde los primeros recuerdos que tienes de la infancia hasta el momento en el que estás leyendo esto. Presta atención a las primeras imágenes que han aparecido en tu mente, a lo que pensabas y sentías cuando aquello ocurría.

Ahora centra tu atención en lo que sientes en estos instantes al recordarlo, e intenta reflexionar sobre la función que puede cumplir ese recuerdo en tu memoria para que esos acontecimientos y no otros hayan salido a la superficie de la consciencia cuando has realizado este sencillo ejercicio.


Suele ocurrir que, cuando uno reflexiona sobre lo objetivo y los subjetivo, sobre si la realidad existe fuera de nosotros o somos nosotros mismos quienes la creamos, puede acabar deduciendo que todo puede estar más o menos sesgado, manipulado y/o construido menos nuestra propia vida, ya que lo que hemos vivido lo hemos visto con nuestros propios ojos, y por tanto, es incuestionable.

Sin embargo, mejor que hablar sobre lo que hemos vivido, sería más correcto hablar sobre lo que recordamos que hemos vivido, y esto, entre otras cosas, implica reconocer que los recuerdos no son más que pensamientos impregnados de emociones, y que las emociones no pueden no ser subjetivas.

Cuando pensamos en nuestra propia vida no recordamos todo lo que nos ha ocurrido. Recordamos unas cosas y no otras, del mismo modo que, a las cosas que recordamos, les atribuimos unos significados y no otros. De hecho, las recordamos precisamente porque para nosotros, explican de alguna manera lo que vamos siendo en cada momento.

Esos significados van evolucionando al servicio del Aquí y el Ahora al entrar a formar parte de nuestra memoria desde el mismo momento en el que quedamos impactados por su ocurrencia. Como afirma el filósofo y antropólogo Carmelo Lisón Tolosana (2010): finalizamos el pasado desde y para el presente. La mirada sobre el pasado es selectiva y no tenemos un anclaje permanente porque todo cambia.

Hay situaciones ocurridas en nuestra vida que utilizamos como referentes a partir del aprendizaje sufrido por la experiencia. Son acontecimientos importantes para nosotros que guían, en gran medida, nuestros pensamientos, emociones y conductas.

Pero el pasado nunca es sólido ni estático: las decisiones tomadas, sus consecuencias, las relaciones familiares, amistades, pareja y exparejas, enfermedades, fiestas que nos hemos pegado y que nos hemos perdido, fallecimientos cercanos, libros leídos, éxitos, fracasos y demás acontecimientos a los que asociamos emociones, van manteniendo o modificando su significado para tener una coherencia con la idea que necesitamos tener sobre lo que somos en la actualidad (sea esta idea positiva o negativa). El pasado se resignifica desde el presente.

Para ilustrar esto con un ejemplo, imaginemos una relación de pareja más o menos satisfactoria: es habitual que estando en pareja se idealice el inicio de la relación y las mejores experiencias vividas juntos: los viajes, algunas películas, algunos polvos, algunos “te quiero” y otras situaciones que van dando sentido a lo que es estar en pareja. Pues bien, si esta pareja se rompiera, por ejemplo, porque uno de los dos se ha enamorado de otra persona, la persona que ha sido dejada dotaría de un nuevo significado a la relación, a su -ahora- expareja e inevitablemente, a sí mismo/a, para hacer coherente y soportable la nueva situación. Es fácil que en estos momentos dé importancia a situaciones que antes obviaba y obvie situaciones que estando en pareja eran importantes. 

De nuevo en palabras de Lisón Tolosana: El pasado es movedizo. Lo fabricamos  para servirnos de él.

Por lo tanto, vamos construyendo nuestra identidad en base a información seleccionada e interpretada de forma subjetiva al servicio de las necesidades actuales, y esto siempre va a estar mediado por las emociones. Como ya he comentado, solemos tener claro cuáles son los hitos en nuestra vida que han conformado la idea que tenemos sobre nosotros mismos en la actualidad, pero debemos tener en cuenta que se trata de un proceso dinámico de continua reconstrucción (como diría Eric Wolf: deconstruir para volver a construir) que solo finaliza con la muerte.


1 comentario:

  1. recuerdos imborrables y recuerdos que a cada momento dejan de ser recuerdos, o necesitamos muletas o a otros para recuperar recuerdos escondidos en nuestra memoria, momentos, edad diferente, percepciones diferentes, mismas necesidades a veces... desaprender para seguir aprendiendo de forma continuada... actualmente mi estado es "en obras". Un abrazo, me a gustado tu blog.

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