jueves, 7 de abril de 2011

ILUSIONISMO

Recuerdo que de pequeño siempre iba con mi familia a pasar los fines de semana a la casa que teníamos en el campo.

Un viernes por la noche, nada más llegar, cuando estábamos bajando del coche le pregunté a mi madre si podía gritar con todas mis fuerzas, que me apetecía mucho.

Mi madre sonrió y respondió que por supuesto. Que era libre para hacer lo que tuviera ganas de hacer.

El domingo de ese mismo fin de semana, al regresar a la ciudad, cuando ya estábamos entrando en casa, pregunté de nuevo a mi madre si podía gritar con todas mis fuerzas, que me apetecía mucho.

Al decirle esto le cambió la cara y me respondió inmediatamente que ni pensarlo, que si quería que nos tomaran por locos.

En ese momento no entendía qué diferencia podía haber con la ocasión anterior si realmente se trataba del mismo acto.

Estaba empezando a comprender, sin saberlo, la importancia del contexto en el significado de las cosas.

La clave de (casi) todo.

2 comentarios:

  1. Huh. Eso explica por qué los vecinos nos miraban tan raro.

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  2. Ostras... Nunca lo hubiese pensado, pero me parece un ejemplo acertadísimo... ^_^

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